La ciencia es una fuente consultiva de la antropología cristiana; Como tal, los campos científicos de la Neurociencia, las Ciencias Sociales y la Psicología brindan información sobre la composición, las funciones y la capacidad del ser humano para que el cristianismo pueda desarrollar y elaborar una antropología más precisa; no solo en doctrina sino también en la práctica. En primer lugar, vamos a discutir la relación entre la ciencia y la doctrina cristiana, donde sostengo que la ciencia complementa la antropología cristiana. En segundo lugar, analizaremos la composición humana, que al ser informada por la Neurociencia conlleva una visión holística-dualista del alma y cuerpo. En tercer lugar, consideraremos cómo la doctrina de la imagen de Dios es moldeada por el conocimiento de las ciencias sociales en términos relacionales. Finalmente, examinaremos la comprensión científica de la identidad y sus implicaciones para la visión cristiana.

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Ciencia y Doctrina Cristiana

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La Palabra de Dios se considera una revelación sobrenatural de Dios, una fuente primaria de información; Sin embargo, un mundo físico creado también revela y presenta los rasgos de un diseñador, en este sentido, las ciencias naturales ofrecen una mejor comprensión de la creación y, a los efectos de este artículo, de la antropología. Joel Green señala que el surgimiento de la Nueva Ciencia en el siglo XVII fue un intento de comprender la creación de Dios, considerando que la revelación de Dios no solo es sobrenatural sino también natural. Además, argumenta que la teología debe tomar a la ciencia en serio por el mundo creado; y si la ciencia se tomara como una fuente de teología, entonces la teología debería permanecer abierta a nuevos descubrimientos científicos. Sin embargo, estar abierto a la ciencia no significa necesariamente descartar el texto bíblico, como sugirió Klaus Berger, que las preguntas contemporáneas de antropología no se encuentran en la Biblia, por lo que plantea que los cristianos están mejor aprendiendo antropología de la ciencia que de la Biblia.

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Si bien es cierto que la Biblia es implícita y no explicita sobre la antropología, y que los conceptos de cuerpo, alma, espíritu y corazón parecen ser bastante intercambiables y, a veces, vagos; sin embargo, el diagnóstico más profundo de la naturaleza humana que se encuentra en las Escrituras debería seguir siendo la principal fuente por la que fluye la antropología. Reconociendo que incluso cuando los autores bíblicos pueden comprender a la humanidad como seres creados, presumiblemente no sabían sobre el ADN o los fluidos espinales; por lo tanto, el conocimiento científico puede arrojar luz y ayudarnos a evitar caer en interpretaciones erróneas. En resumen, las Escrituras y sus interpretaciones tradicionales deben seguir siendo centrales para las cuestiones de antropología, a la vez que están abiertas a incorporar el conocimiento científico, ya que proporcionan respuestas al mundo natural y observable. Por ponerlo así, cuando se trata de antropología cristiana, la ciencia es como tener una lámpara que arroja luz y nos permite ver mejor a la humanidad; Sin embargo, la Escritura permanece como los ojos a través de los cuales la vemos, incluso si eso a veces significa cambiar algunos puntos de vista cristianos, y eso es parte del reconocimiento de la ciencia como una fuente válida, de lo contrario se trata solo de corroborar la doctrina cristiana.

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La constitución humana

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La neurociencia ha desafiado la visión dualista de la antropología cristiana; lo que ayuda a ver a los seres humanos como un ser unificado, contrario a la visión platónica cuerpo-alma. Teniendo en cuenta cómo el cerebro se comunica con el cuerpo a través de señales, así como la capacidad y la correlación del cerebro con la memoria, la conciencia y los pensamientos, proporcionan las bases para ver al ser humano como un organismo profundamente interconectado. Aunque algunos tomarían el enfoque reduccionista como Richard Taylor, quien postula que el alma se vuelve redundante en lo que hace que el cuerpo actúe, su visión sugiere una relación causal cerrada cerebro-cuerpo. Aún así, teólogos como Joel Green adoptan una visión monista, argumentando que, dados los descubrimientos biológicos y neurocientíficos, el ser humano no es más que un solo organismo vivo, además, basándose en esto, afirma que el relato de la creación de Génesis no respalda ni implica una esencia ontológica "alma" aparte del cuerpo; argumentando que la palabra Hebrea nephesh "alma" no es una sustancia del ser, sino el ser vivo.

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Sin embargo, esta explicación no trata las capacidades invisibles para imaginar y tener emociones; mientras que la neurociencia ofrece una mejor imagen del cuerpo físico, exponiendo sus capacidades para funcionar, siendo el cerebro un elemento central en el desarrollo de esas capacidades; no obstante, esto no niega una sustancia que está profundamente unida como una con el cuerpo. Según la teóloga Nancey Murphy, aunque la neurociencia puede localizar ciertas funciones del cerebro y explicar cómo ciertas áreas del cerebro se correlacionan con el lenguaje, los pensamientos, etc. esas funciones del cerebro aún pueden conectarse al alma, donde el cerebro sirve como enlace entre el alma y el cuerpo.

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Moreland explica esto con lo que él llama el Dualismo Tomista, su visión sobre la relación alma-cuerpo es teleológica. Es decir, el alma interactúa con el cuerpo informando, animando, desarrollando y unificando las partes biológicas del cuerpo; de la misma manera, el cuerpo proporciona el suelo, por así decirlo, para que el alma desarrolle sus capacidades y carácter. Lo que proporciona una relación más cercana y dependencia del cuerpo-alma; y como tal, el alma tiene ciertas capacidades y potencial que pueden desarrollarse en el cuerpo, como aprender un idioma o una nueva habilidad. Entonces, en su opinión, el alma le da al cuerpo la capacidad de crecer desde la infancia hasta la edad adulta. Pero al mismo tiempo, el cuerpo, siendo la expresión física del alma, puede enmarcar al alma a ciertas capacidades, de acuerdo con las limitaciones del cuerpo. En resumen, basando la antropología cristiana en el texto bíblico, que permite a los humanos tener una esencia eterna, la ciencia proporciona la comprensión de un dualismo holístico; donde el alma no puede crecer y prevalecer sin un cuerpo.

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Después de la muerte

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Sin embargo, estando demasiado apegado a la comprensión del cuerpo como un solo organismo, confina a los teólogos para tratar a los humanos como seres simplemente carnales. Basado en los entendimientos neurocientíficos, los teólogos monistas llegaron a la conclusión de que una persona no puede continuar existiendo sin un cuerpo; Green afirma que no hay un estado intermedio después de la muerte, que cuando una persona muere, la personalidad como tal, son aprendizajes, pensamientos y todo lo que era parte de esa persona deja de existir. Aunque el argumento de Green puede estar en línea con la ciencia natural, ignora las enseñanzas bíblicas de la resurrección. Moreland ofrece otra alternativa, donde mantiene la unidad cuerpo-alma, sin embargo, argumenta que en el estado intermedio entre la muerte y la resurrección, las personas reciben "cuerpos no glorificados" y luego, en la resurrección, reciben el último, cuerpo glorificado.

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Incluso cuando se considera que la unidad cuerpo-alma es el caso en el mundo natural, teorías como la de Moreland intentan emular la misma realidad en el reino después de la muerte; donde no hay suficiente información para respaldar su especulación. Tal vez una visión más sólida es la de John Cooper, que sostiene la antropología holística-dualista, argumentando que el alma continúa existiendo en el estado intermedio hasta la resurrección; en cuyo caso confirma la relación única y esencial cuerpo-alma presentada hasta ahora.

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Imagen de dios

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La neurociencia también ha dado forma a la doctrina de la imagen de Dios, que se ha visto en términos funcionales. Declaraciones como el neurocientífico Joseph LeDoux "La gente no viene preensamblada, sino que se desarrolla en la vida", captura la idea de los seres humanos definidos por su desarrollo en la vida. Por lo tanto, desde este punto de vista, la imagen de Dios se define y diferencia del resto de la creación por la capacidad de razonamiento y maduración. Sin embargo, este punto de vista no considera a las personas que por circunstancias trágicas son incapaces de avanzar en sus capacidades intelectuales, en cuyo caso definir imago Dei en términos funcionales no captura la imagen completa de la humanidad.

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La visión de ser la imagen de Dios redefinida por las ciencias sociales es la de la dimensión relacional de los humanos. Green argumenta que Génesis 1-2 no basa la singularidad de los humanos como la imagen de Dios al poseer un alma, sino más bien en términos relacionales: la relación que los humanos tienen con Dios. Además, con este entendimiento en mente, explica a la persona renovada como alguien que está transformado y dispuesto a abrazar plenamente las relaciones con Dios y con la comunidad; por lo tanto,  convertirse al Cristianismo es madurar completamente en la comunidad que imita a Cristo.

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Si bien esta visión relacional captura un aspecto continuo, estoy de acuerdo con Brian Rosner, quien sugiere que el lenguaje utilizado en Génesis 1 es de connotaciones de realeza, es decir de un rey a su familia; así el aspecto regente de ser imagen de Dios está conectado a una relación familiar del padre con sus hijos. En el cual los humanos tienen dominio sobre el mundo porque representan a Dios, como hijos representan a sus padresl. En resumen, el aspecto relacional de ser la imagen de Dios respaldada por las ciencias sociales proporciona una doctrina más plausible y práctica de imago Dei.

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Identidad y comportamiento

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Las ciencias sociales definen la identidad en correlación con la comunidad y las relaciones de la persona; contribuyendo así a la comprensión cristiana de la identidad del creyente. Sin embargo, hay un peligro latente de seguir la agenda científica. Los estadistas de PERSONA HUMANA establecen:

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De acuerdo con la investigación científica contemporánea, la persona humana se ve profundamente afectada por la sexualidad, por lo que debe considerarse como uno de los factores principales que le dan a cada individuo los rasgos principales que los distinguen ... haz la persona un hombre o una mujer, y condicionaras en gran medida su progreso hacia la madurez y la inserción en la sociedad.

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Siguiendo este punto de vista, Joseph Selling argumenta que considerando los datos científicos, el cristianismo hace un daño a la sociedad al negar la diversidad más amplia en la antropología sexual; así, la clasificación heterosexual se convierte en una antropología cristiana ingenua. Por otra parte, Margaret Farley señala que el uso de las ciencias biológicas para diferenciar hombres y mujeres basados ​​en términos cromosómicos, hormonales y anatómicos no es tan sencillo, que de hecho están construidos socialmente; por lo tanto, concluye que "hoy también sabemos que existen posibilidades de mutualidad para muchas formas de relación, ya sean heterosexuales o homosexuales, ya sea con el sexo genital o las múltiples formas de encarnar nuestros deseos y nuestro amor". Por lo tanto, siguiendo este argumento el conocimiento científico cambia y obliga al cristianismo para adaptar su enseñanza, siguiendo la comprensión contemporánea.

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Sin embargo, por mucho que la ciencia insista en hacer que la sexualidad sea central para la identidad, la antropología bíblica define a los humanos como dependientes de Dios para darles vida y significado; Rosner lo expresa así: “Nuestra identidad misma como seres humanos está ligada a ser hijos de Dios hechos a imagen de Dios. Y la historia de la redención es una de Dios que elige bendecir ... a los hijos restaurados de Dios ". Sin negar la complejidad de la humanidad, la antropología cristiana ofrece una comprensión más profunda de la humanidad, lo que hace que la sexualidad sea secundaria a la identidad de la persona. Dicho de otra forma, la identidad personal no se basa en la sexualidad, sino en ser imágenes De Dios, y aunque la sexualidad es parte del ser humano, no define al ser humano. Por lo tanto, sin descartar la investigación en psicología social, según Rikard Roitto, también revela que aquellos en una comunidad que comparten creencias y valores similares tienden a dar forma a una comprensión cognitiva de la personalidad. En otras palabras, el mensaje cristiano está destinado a cambiar la mentalidad y la autocomprensión de las personas, en base a una identidad compartida como creyentes de Cristo; en cuyo caso, como se dijo anteriormente, la doctrina cristiana de la antropología se entiende por primera vez a través del texto bíblico y solo se informa por la ciencia.

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Conclusión

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La ciencia informa y proporciona ideas sobre el ser humano natural, para que la antropología cristiana pueda formular mejor su doctrina. Con respecto a la composición humana, la ciencia ha ayudado a comprender a la humanidad como un todo, un organismo complejo donde la visión dualista del cuerpo y el alma puede verse como un ser holístico; donde el alma depende del cuerpo para desarrollar sus capacidades. Además, este punto de vista ayuda a comprender el estado intermedio y la resurrección al estar profundamente preocupados con los nuevos cuerpos de acuerdo con el diseño de Dios. Además, la doctrina de la imagen de Dios es moldeada por la ciencia social al reconocer la dimensión relacional de la humanidad para darles la identidad como hijos de Dios; por lo tanto, esto da la calidad e implicaciones regentes sobre la creación. Finalmente, la psicología cognitiva proporciona la comprensión y, en cierta medida, las herramientas para nutrir el comportamiento cristiano basado en una identidad y valores compartidos.
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