Siempre que leo versos en la biblia acerca de tener la mente de Cristo, que somos nuevas criaturas, de ser perfecto como nuestro padre es perfecto; es algo confuso porque aunque soy un creyente aún soy bastante humano (me enojo, tengo preocupaciones, soy impaciente, me estreso, en fin, la lista sigue)—lo se es difícil de creer pero tengo mis defectos. ¿Entonces soy o no soy nueva criatura? O tal vez estoy validando de forma errónea esa afirmación; me refiero a que estoy considerando esas características humanas como los calificativos de mi nueva naturaleza en Cristo. Entonces, ¿A qué se refiere nuevas criaturas en Cristo?
La Meta a Seguir
Empecemos por aclarar que el objetivo de seguir a Cristo es él mismo, no lo seguimos o no debiéramos seguirlo como un medio para alcanzar nuestras metas (felicidad, satisfacción, etc.) él es la meta al seguirlo; y al mismo tiempo él es quien nos da todas esas cosas como los efectos de seguirlo a él. Bonhoeffer explica que hay que reconocer la diferencia entre el objetivo y efectos de seguir a Jesus; dicho de otra forma si conviertes los efectos de seguir a Cristo en tu objetivo, dejas de ser un discípulo de Jesus, más sin embargo esos efectos deben acompañarte como prueba que eres un discípulo. Esto es similar a cuando persigues felicidad pero no eres capas de conseguirlo porque estás tan enfocado en conseguir esa sensación que te olvidas de apreciar a las personas o acciones que te dan felicidad.
En el blog anterior (sigue el link) argumento que como creyentes perseguimos y debemos caracterizarnos por el amor, fe y conocimiento de Dios—tu marca como creyente. Entonces, no hay que confundir la meta con lo que esto produce; en este sentido amor, fe y conocimiento es un producto de seguir a Jesus. Dicho de otra forma, Dios es el que nos comparte de su Espíritu a nuestro espíritu. Un ejemplo de ello es cuando Jesus le pregunta a sus discípulos que quien creen que es él, ya que muchos lo confundían como un profeta más—A lo que Pedro responde que él es el hijo De Dios (Mat 16:15-17) Jesus explica que Dios mismo le revelo esto a Pedro, que no fue por medio de razonamiento humano. De la misma manera en la actualidad algunos confunden a Jesus por un buen maestro, o un sabio que ya está muerto; pero aquellos que lo siguen saben quién es. Y este es el punto, que al seguir a Jesus él nos continúa enseñando, y transformando nuestro pensar y sentir—produciendo amor, fe y conocimiento.
Para reforzar esta idea, Gálatas 4:19 habla sobre cómo la imagen De Dios busca ser formada en nosotros. Esto es, siendo que seguimos a Jesus reflejamos su imagen no solo en nuestro interior pero también en el exterior; dándolo a conocer reflejando su imagen. Pero el punto de este verso es que Dios es el que forma su imagen en ti, no eres tú el que a través de esfuerzo propio–no que tampoco podamos lograrlo–llegaras a ser como Jesus a la perfección. Entonces esto nos ayuda a apuntar nuestra flecha en la dirección correcta, no apuntando en reflejar perfectamente el carácter de Jesus como en un espejo (porque ya establecimos que no podemos), pero apuntando a él. Y esto es tu nueva naturaleza: que eres capaz de relacionarte con Dios, de seguir a Jesus como su discípulo, y él es quien te transforma en su imagen.
La Fidelidad de un Discípulo
Entonces, si tienes esta naturaleza de poder conectar con Dios, de seguir a Jesus, podemos decir que la única responsabilidad del discípulo es de mantenerse fiel a él. La vida esta llena de distracciones, pruebas y demás, pero al creer en él solo tenemos una meta: Jesus. La parábola de la perla preciosa deja esto en claro, que al encontrar un tesoro tan valioso estás dispuesto a vender todo lo que tienes para obtener ese tesoro (Mat 13:44-46). Ahora con Jesus no necesitas vender nada material para obtenerlo, solo necesitas ponerlo como el centro de tu vida. Incluso más, Mat 6:24 establece que no es posible tener dos maestros, o sigues a Dios o al dinero; el punto no es acerca del dinero, pero sobre lo que uno persigue, lo que anhelamos. Si el éxito, placeres, etc, toma prioridad sobre Dios entonces no somos sus discípulos, porque la definición del discípulo es que lo seguimos a él. Ahora bien, seamos sinceros, todos fallamos y es por ello que la nueva naturaleza es tan relevante; porque nos permite permanecer en Cristo, porque en todas las tentaciones, y distracciones en el mundo es difícil mantenernos en Él— pero por ello Dios nos da fe, amor y conocimiento para perseverar en él.
Creo que esto nos da confianza y esperanza que incluso en nuestras debilidades y faltas, eso no prueba si eres o no Cristiano, pero si permaneces en él, él te levanta. C.S. Lewis nos da una imagen muy clara de esto:
Un cuerpo vivo no es uno que nunca es lastimado, sino que puede hasta cierto punto curarse a sí mismo. De la misma manera, un Cristiano no es alguien que nunca se equivoca, sino alguien que puede arrepentirse y levantarse y comenzar de nuevo después de cada tropiezo—porque la vida de Cristo está dentro de él/ella.